E pensar que houve um Padre, no séc. XVIII, em Espanha, que se dedicou a investigar o amor e a escrever sobre ele com tal propriedade que permitia discordar de filósofos antigos e começar sentenças por um singelo "Mi sentir es que estas voces nada significan".
Esse homem foi Benito Jerónimo Feijoo.
Estudei uma parte pequena do legado dele, quando estava atenta à história de Sor Juana Inés de la Cruz, religiosa do México.
Voltei a ouvir falar dele em Amarante, há cerca de 15 dias, quando a Profª que orientou o meu trabalho no Mestrado veio à biblioteca da cidade para mostrar uma visão peculiar do poeta Teixeira de Pascoaes.
No salão à esquerda de quem entra naquele espaço público, havia mais ou menos umas 30 pessoas, eu creio, e poucas me conheciam.
Uma delas, certa vez, chamou-me ingênua porque eu esperava ocupar um cargo público aqui, sem conhecer figura ilustre que me recomendasse.
Por isso e pela troca intelectual e afetiva que, graças a Deus, existe entre a Profª Maria Luísa Malato e eu, foi muito saboroso ouvir que parte do raciocínio que ela iria seguir para discursar sobre Teixeira de Pascoaes, na cidade de Teixeira de Pascoaes, tinha que ver com uma pergunta minha, feita há mais de um ano.
Faláramos a respeito do significado da palavra "energia" para o Pe. Benito Feijoo, já que ele a utilizara para criticar Sor Juana Inés de la Cruz.
Enfim, às vezes as coisas tardam, mas não falham!
44. Tres especies de amor distingo: Apetito puro, amor
intelectual puro, y amor patético. El apetito puro, que con alguna impropiedad
se llama amor, se termina a aquellos objetos, que deleitan los sentidos
externos, como al manjar regalado, al olor suave, a la música dulce, al jardín
ameno. Este amor se excita precisamente por la experiencia, que tiene el alma de
la sensación grata, que le causan estos objetos. La alma naturalmente apetece, y
se inclina al gozo de lo que la deleita: y así no es menester más requisito para
excitar en ella ese amor, que la experimental representación de la sensación
grata, que causa tal, o tal objeto.
45. El amor intelectual puro viene a ser el que los Teólogos
Morales llaman apreciativo, a distinción del tierno. Demosle aquél nombre,
porque es mero ejercicio del alma racional, independiente, y separado de toda
conmoción en el cuerpo, o parte sensitiva. Este se excita por la mera
representación de la bondad del objeto. El alma ama todo lo que se le representa
bueno, sin ser necesaria otra cosa más que el conocimiento de la bondad. Así
ama, aun separada del cuerpo: y el amor intelectual puro, de que hablamos,
realmente en cuanto al ejercicio, es semejante al que tiene el alma separada.
46. El amor patético es el propio de nuestro asunto. Este es
aquel afecto fervoroso, que hace sentir sus llamaradas en el corazón, que le
inquieta, le agita, le comprime, le dilata, le enfurece, le humilla, le congoja,
le alegra, le desmaya, le alienta, según los varios estados en que halla el
amante, respecto del amado: y según los varios objetos, que mira, ya es divino,
ya humano, ya celeste, ya terreno, [370] ya santo, ya perverso, ya torpe, ya
puro, ya ángel, ya demonio.